DÍA 1: MAYO 20, 2012
Como les comenté en la crónica anterior,
salimos del hotel en Rouen como a las dos de la tarde y media para dirigirnos
al terminal portuario y subir a bordo del Silversea Silver Cloud, crucero que tomamos
en Lima junto a tres parejas de amigos con los que ya habíamos viajado juntos
el año pasado por el norte de España, Portugal y Francia.
Este barco es un crucero de lujo para 296
pasajeros, todas las habitaciones son suites con mayordomo privado, tiene
incluidas todas las bebidas y licores durante el viaje (tu mini bar te lo
abastecen con los licores de tu preferencia), hay servicio 24 horas a la
habitación, en la mayoría de los puertos te ofrecen trasporte gratis, sus
restaurantes pertenecen a las famosas cadenas mundiales Relais & Châteaux y
Slow Food (que es Italiana), siempre encontrarás por la tarde una canasta de
frutas y champán así como flores dentro de las suites, los baños son de mármol,
TV flat screen con DVD, nueve menús de almohadas, los productos de los baños
son Bulgari y Ferragamo, mil dólares de crédito por suite - totalmente gratis -
para ser usados en lo que quieras gastar dentro del barco (salvo el casino)… En
fin, un lujo flotante.
Silversea Silver Cloud |
No es un crucero grande, todo lo
contrario, lo que permite una atención mucho más esmerada y sin colas. La
comida es súper buena y muy elaborada, así como todos sus cocteles de primera y
con las mejores marcas del mercado a tus órdenes ¡totalmente gratis!
Como opciones para comer tienes Le
Restaurant, el principal, con muy fina vajilla de porcelana y cristalería
italiana. Todos los días te van cambiando el menú, diseñado con especialidades
aprobadas por Relais & Châteaux. Hay otro que se llama La Terrazza, que está
bajo supervisión del movimiento Slow Food y donde sirven auténtica cocina
italiana. El siguiente se llama Le Champagne by Relais & Châteaux, donde te
ofrecen un menú exclusivo de nueve platos maridados con los mejores vinos de
abordo. Si te quieres relajar puedes comer en el Pool Grill And Hot Rock, donde
en una atmósfera más relajada disfrutarás de buenas opciones a la parrilla. Si
lo prefieres, te pueden servir cualquiera de los menús de estos restaurantes en
tu habitación, si la ocasión se presenta propicia para una romántica cena. Durante
la hora del almuerzo podrás comer a la carta o algunos buffets dentro de los
mismos restaurantes.
Restaurante La Terrazza del Silver Cloud |
Como bar tienes El Bar, con muy buena barra y música en vivo. A
partir de las once de la noche se convierte en una discoteca con DJ. Puedes
también disfrutar cocteles y finger foods en el Panorama Lounge, The
Observation Lounge, el Pool Side o el Connoisseur’s Corner (que tiene mejores
coñacs, grapas, brandis, etc. para degustar con un buen puro Montecristo o
tabaco de pipa si esa es tu elección).
Panorama Lounge |
Como todo barco, tiene buenas tiendas,
joyerías y casino disponible durante las horas de navegación y, lo más importante
(al menos para nosotros), no hay horarios; todo se hace a la medida de tu ritmo,
con una sola regla: los restaurantes sólo te reciben hasta las 9.30 de la noche
para cenar (lo cual me parece justo y apropiado).
Nuestro crucero será de diez días, partiendo
de Rouen hacia Oostende, en Bélgica, como primera parada, para seguir hacia Ámsterdam
en Holanda. Luego, dos días de
navegación hacia Hamburgo, Kiel Canal, Travemünde, Warnemünde, Ronne y
Copenhague (en Alemania y Dinamarca respectivamente).
Champagne de Bienvenida |
Una vez formalizados los trámites de
ingreso a bordo y previo champán de bienvenida, nos juntamos para tomar un
aperitivo en nuestra suite, donde nuestro mayordomo Shaw, oriundo de Sri Lanka,
nos comenzó a engreír. Las chicas solicitaron Grey Goose con jugo natural de
naranja y, para que se den una idea del servicio, nos trajeron una botella de
litro para servirnos a nuestro gusto. La botella se quedó y fue repuesta a
voluntad de los presentes.
Esa noche cenamos en Le Restaurant el
siguiente menú: King Crab timbale, block de foie gras en terrina y antipasto farandole
como aperitivos; risotto de porcini o
dos opciones de sopas (en este caso una de cola de buey y otra de hojas) y sorbete
para el intermedio.
Como principales degustamos zarzuela
catalana de mariscos, corvina con crema de champán y caviar, costilla de cordero
con hierbas de la provincia y un corte de prime rib muy jugoso acompañado de
una fondue de parmesano.
Si no querías este menú podías cenar a la
carta con estas alternativas:
Al escoger como entradas: tataki de lomo,
trilogía de salmón (ahumado, confit y sashimi) y scaramoza con pesto y tomates cherry.
Como sopas: crema de ave o de tomate. De fondos: filete de salmón del Atlántico,
pechuga de pollo estilo cajún con jugo de ajo, New York strip loin o filete de
lomo y una milanesa de ternera que estaba espectacular. Como guarniciones: más
de diez salsas diferentes, como a la
mostaza, pimienta, de mantequilla, champiñones, tomate, menta, manzana, etc. Lo
mismo para los acompañamientos, fueran de verduras o legumbres. En fin, cenamos
de lujo y maridamos toda la cena con los vinos propuestos por la casa: como
blanco un riesling alemán y como tinto un italiano de Cerdeña, ambos muy
buenos.
Complementé la cena con dos botellas de
Angel Folly de Montes que ofrecí a mis compañeros de travesía. Después de cenar
nos dirigimos a tomar unos buenos coñacs al bar del barco, acompañado de café illy
que le fue perfecto para terminar la noche, ya que al día siguiente llegábamos
a Oostende a las ocho de la mañana.
DÍA 2: OOSTENDE, BÉLGICA
Es uno de los mayores puertos de pesca y
comercio de Bélgica, conectado por canales con Brujas o Bruges y Gent. Tiene
mucho comercio marítimo con Inglaterra; es conocido por sus playas, cafés y
restaurantes; queda a quince minutos de Brujas y a una hora de Gent en tren,
paseo que hicimos.
Vista Panorámica de Oostende, Bélgica |
Su cocina es muy elaborada y sabrosa,
famosa por sus espárragos, sus choros o mejillones, salchichas varias y una
innumerable lista de productos del mar. No puedo dejar de mencionar sus más de doscientas
variedades de cervezas y sus chocolates famosos en todo el mundo (como los Godiva).
Los Clásicos Choros o Mejillones con Papas Fritas |
Sitios de interés: el Paseo del Rey
Albert I, la Bahía de los Mercaderes, el Edificio Europa y la Fortaleza de Napoleón,
entre otros históricos lugares que dejaré que ustedes busquen en sus
navegadores.
Como les comenté, nos fuimos a la
estación de tren para dirigirnos a Gent (que es una ciudad belga muy conocida) donde
pudimos apreciar la Catedral, el Château des Comtes y otros hermosos lugares
que tienen que recorrer. En nuestro caso nos quedamos tres horas admirando toda
la belleza de esta europea ciudad llena de historia.
Estación de Tren de Oostende |
Como queríamos dedicarle más tiempo a
Brujas, nos dirigimos de nuevo hacia la estación del tren. Llegamos como a las dos
de la tarde a la estación central y ahí tomamos un taxi para dirigirnos al
centro de la ciudad. Tomando todos un city tour - que es el medio perfecto para
conocer cuando el tiempo es limitado - y pudimos apreciar los siguientes puntos
de interés: la Torre des Halles, la estatua de los Héroes de la Revuelta de
1302, la Plaza Mayor, el Mercado y la Atalaya, el Ayuntamiento (Burg), la
Basílica de la Santa Sangre, la Catedral de San Salvador, los famosos canales y
puentes de Brujas, el Museo Gruuthuse, el Groeninge, el Hospital San Juan-Museo
Memling, el Beaterio, el Lago del Amor, el inmueble llamado El Peaje (donde los
comerciantes tenían que pagar un impuesto al soberano para vender sus productos,
en función a su peso). No puedo dejar de mencionar sus molinos, de los que en
la actualidad quedan cuatro. Para terminar, pueden apreciar sus imponentes fortificaciones
.
El Lago del Amor en Brujas |
Almorzamos en la Plaza Mayor, en un restaurante
llamado Le Panier d’Or. Degustamos prosciutto con melón, escargots a la borgoñón,
tostadas con champiñones, sopa de cebolla , croquetas de camarones y moules (choritos) a la crema como entradas.
De principales: tournedó de cordero, conejo a la flamenca y rib eye con salsa
de pimienta y de cèpes. Postres locales (como tartas y buenos helados) y las
famosas cervezas belgas (como la Stella 25, la Hoegaarden, la Ramée Blond y la
Leffe Donker). Precio por seis personas: 256 euros.
Dedicamos el resto de la tarde a pasear
por las calles locales haciendo lo mismo que hacen todos los turistas: tomar
fotos y comprar souvenirs. Retornamos al barco a las seis de la tarde para
descansar y volvernos a juntar para cenar e ir a la discoteca, misión que
cumplimos a cabalidad.
Cenamos en el restaurante italiano llamado La Terrazza y
quedamos muy contentos por sus sabrosos platos (igual o mejor que en cualquier
restaurante italiano de Italia). El menú: insalatina del campo con parmigiano,
nueces, alcaparras y aliño de hierbas frescas;
ensalada de frutos del mar al estilo de la Liguria; carpaccio de pez
espada al pomodoro; risotto frito de espárragos con salsa de limón; torta de
pecorino al balsámico; ragú de alcachofas y camarones, o una selección de todo
lo arriba mencionado, como entradas.
Después, una selección de pastas cortas
como el penne a la amatriciana, los ravioles de carne con zucchini y
mantequilla, los panzotti en salsa de
nueces y el rigatoni a la grilla. También
las pastas largas como las tagliatelle con ragú de pato que comió Michelle o
los secretos que pedí yo, ambos tan sabrosos que le he pedido las recetas al
chef.
Algunos Tipos de Pasta |
Pasando a los principales teníamos escalopa
de vitello a la milanesa, lomo a la Morellino di Scansano (que es una sabrosa
salsa de vino), el filete de pescado fresco del Ártico que ordené yo (con un
aceite de peperoncini), o podías pedir un salmón a la caponata.
De postres: helados, panqueques a la
naranja, panna cotta de café. De tomar: como blanco, el Bianca Vina Proceso del
Veneto; de tinto, Castello Romitorio 2010 de la Toscana; con los postres, Suoi
Moscato de Asti del Piedemonte; un buen café illy y terminamos la noche bailando
en la discoteca del barco con muy buena música latina. ¡Qué día!
ÁMSTERDAM
Es una ciudad muy ligada al agua, tiene
como setenta islas y sesenta millas de canales. Es famosa por las casas
inclinadas, su vida artística (cuna de Rembrandt y de Van Gogh) y tiene muy
buenas tiendas y una poderosa industria (como la de los diamantes, la de las
flores y la de los quesos holandeses, entre otras). Para conocer: el Royal
Palace, la casa de Anne Frank, el Museumplein, el Barrio Rojo… en realidad toda
la ciudad vale mucho la pena (hay que dedicarle dos o tres días).
Casa Inclinada en Ámsterdam |
Llegamos temprano al nuevo puerto - con
una infraestructura muy moderna - cerca de la Estación Central (que vale la
pena visitar por su arquitectura), punto de partida para iniciar el paseo por
la ciudad de los mil canales. Nosotros tomamos un taxi hasta la Plaza Rembrandt,
que está en el centro del casco antiguo de la ciudad, donde tomamos un pequeño
bote turístico que te lleva de paseo por un circuito de una hora, pasando por
los puntos más interesantes para que puedas darte una idea de la historia. También
lo puedes hacer o complementar con otro circuito en bus bajo el sistema de ‘subes
donde quieras y bajas donde quieras’ que te permite recorrer sus plazas,
canales y principales calles.
En la Plaza Rembrandt o Rembrandtplein |
No dejar de visitar el Barrio Rojo, donde
se encuentra todo el mundo erótico, famoso por sus ventanas donde las niñas
ofrecen sus servicios a los parroquianos locales y extranjeros, además de las
sex shops y el museo erótico (entre otros atractivos para mirar pero no tocar).
La mejor hora es a partir de las siete de la noche, cuando comienza la
ebullición en esta parte de Ámsterdam.
Vitrinas en una de las Calles del Barrio Rojo |
Esa noche había mucho cansancio, hubo
mucho sol durante el día y calor, a diferencia de los días precedentes en los
que la media fue de doce grados. Este día hubo veintisiete, así que cada uno
hizo su plan en el barco: algunos bajaron para recorrer de noche el Barrio Rojo,
otros se quedaron a descansar, yo me quedé en el barco y me fui a cenar a Le Restaurant, donde me regalé lo siguiente: ancas de rana, farandole de
espárragos con salsa holandesa, un risotto de cèpes, trou normand de sorbete o
intermedio (que consiste en un sorbete de manzana con calvados); de fondo, un
filete de pescado de nombre sea bream, del que hay que averiguar: es increíble,
se parece al filete de chita pero más sabroso aún; me vino con la piel crocante, con macadamias
y una salsa cítrica muy interesante. De ahí pasé por un ossobuco con polenta (sólo
para probarlo, ya que estaba totalmente satisfecho) y cerré con broche de oro
con una selección de quesos y un brownie de chocolate Valrhona con un parfait
de menta.
Sea Bream |
De tomar, vino blanco y tinto de la
selección del sommelier, que hoy estaba muy acertado en su maridaje.
Y aquí acaba el día. ¡Buenas noches!
Esa misma noche mientras dormíamos el
barco tomó rumbo hacia Hamburgo, travesía que durará dos días (vale decir que
mañana la pasaremos en alta mar y aprovecharemos para descansar y relajarnos).
Por la mañana nos fuimos al gym para hacer
nuestra rutina diaria o pan de cada día,
jacuzzi obligado y ¡desayuno a la carta!
Como al mediodía fuimos sorprendidos por
el Director del hotel. El muy bandido había organizado un almuerzo al que llamó
Around The Ship Around The World, que significa cocina del mundo alrededor del
barco, y que pasaré a relatar:
En el piso cuatro armó un buffet francés
con una fina selección de quesos franceses, donde podías degustar: camembert, brie, livarot, pont l’évêque, époisses, los de cabra, roquefort, blue de Bresse, merlemont, chaumes, réblochon, chaource y boursin. Como carne había rilletes de
pato, terrina de foie gras con gelée de sauternes, panes, galletas, fruta y
vino francés para este primer paseo de tapas. ¡Y olé!
En ese mismo piso - pero en otro ambiente
- se hizo el homenaje a Italia, con una estación de fusilli, penne, rigatoni,
linguine, spaghetti, tagliatelle, ravioli y panzotti (todas pastas frescas
hechas por los chefs del barco) que podías acompañar con diferentes salsas:
tomate, pesto, cacio y pimienta, amatriciana, arrabbiata, carbonara y la de
mariscos. Como complemento había una pierna de cordero y un coulibiac (que es
un pastel de salmón). Vinos de la Toscana y del Veneto para acompañar este
segundo paseo de tapas. ¡Viva la Italia! ¡Viva el Papa!
Corte de Coulibiac |
Del piso cuatro pasamos al piso cinco. En
la boutique del barco se había montado una estación de fiambres italianos con
salami, prosciutto, bresaola, jamón , soppressata y guanciale.
En el bar del mismo piso habían montado
un ambiente japonés o de homenaje a Japón, que consistía de sushi y sashimi muy
variados: maki, California roll nigiri, Boston roll, tataki de atún, sashimi (de
salmón, de pescado fresco, de anguila salada y dulce), entre otros que no
recuerdo en este momento. A eso le sumaron una estación de ensaladas con mucha
variedad.
El piso seis se lo dedicaron a España y a
sus tapas. Había paella marinera, patatas bravas, tortilla de patatas, chorizo,
mejillones rellenos, aceitunas y verdejo y tempranillo para aclarar la ideas y
bajar un poco la sensación del cataclismo que se avecinaba por la gran cantidad
de comida.
Aloo Bonda |
En el piso siete montaron dos rincones,
uno dedicado a la India: samosas, tempuras de frijoles y vegetales, la cebolla tipo Bhaji, el pan de pakora, el
aloo bonda (que es muy famoso) así como el paneer pakora. Como salsas pusieron
la de curry y el raita.
En el otro rincón estaba lo asiático: panqueques
de pato, las costillitas de cerdo agridulces, alas de pollo estilo chino,
lumpia, sopa tom yum y un pan al vapor llamado siopao.
Piso ocho, dedicado al seafood: choros,
ancas de rana, uñas de centolla, camarones jumbo, conchas, calamares y almejas.
De acompañamientos: salsas de frutas, la coctel de siempre, la María Rosa, alioli,
la de cherry-tomate-alcaparras, la de mayonesa de hierbas, la de honey mustard
y otra de curry y pan negro.
Se podrán seguramente preguntar cómo hicimos
para poder comer todo lo que les acabo de relatar. Pues muy fácil: con
paciencia hicimos este penoso y sacrificado recorrido tipo procesión, con calma,
en tres horas muy agradables, lo que fue seguido de una gran siesta (también de
tres horas) ya que terminé casi muriéndome de sobre-alimentación o posible suicidio
gourmet.
Aunque no lo crean, esa noche habíamos
reservado para cenar un menú gourmet en el mejor restaurante del barco, donde
sí te obligan a reservar con anticipación por lo pequeño y exclusivo. Además es
el único en el que te cobran por cenar (la simbólica suma de treinta dólares
por mitra).
De aperitivos: champán, manhattan, vino
rosé y single malt para mí, acompañados de cuatro canapés, cono de foie gras,
un shot de crema de cèpes, una concha grillé con mantequilla y una ensaladita
de langosta con mango.
Pesca de Langosta en el Golfo de Maine |
Como entradas frías nos propusieron carpaccio
de atún rojo a las tres mostazas, mármol de foie gras de ganso con especies
dulces, una ensalada de langosta de Maine con mango y un plato que se llamaba
Blanc-Blanc-Blanc (que era de espárragos blancos y verdes escalfados al estilo
de la Borgoña, con láminas de trufas blancas de Alba y salsa holandesa blanca
de trufas). ¡Qué tal trufada!
Como entradas calientes nos propusieron
entre un risotto con hojas de oro, foie
de pato poêlé con compotas de frutas del bosque (¡que estaba de bueno!) y unas
conchas grilladas con una vinagreta de nueces, puré de coliflor y tomates
confitados.
De ahí pasamos a las sopas, con tres
propuestas: un chilcano de lenguado con camembert, una bisque de langosta y una
crema que la llaman farandole de cèpes (con esencia de trufas del Perigord).
¡Las tres excelentes!
Como platos de resistencia las opciones fueron las siguientes: langosta de Rochester
Thermidor (que mereció elogiosos comentarios), un lenguado a la normanda (cumplidor, un poco seco para nuestro gusto),
un filete de lomo de ciervo al estilo de Nueva Inglaterra con un guiso de col roja
y salsa de oporto (que para mi humilde opinión fue el mejor plato de la noche
por su suavidad y sabor); costillar de cordero de Nueva Zelanda con flores de
tomillo y filetes de pichones con ragú de morillas completaron la oferta de
platos principales.
Para finalizar nos ofrecieron como
postres soufflé au Grand Marnier (que me hizo recordar mi época como gerente en
la Rosa Náutica por los años 80). Crêpes suzettes y chocolates mi-cuit
completaron esta experiencia de inolvidable cena gourmet en compañía de buenos
amigos (menos dos que sucumbieron debido al periplo de la hora del almuerzo y
no pudieron recuperarse para la sacrificada labor de la noche).
Para relajarnos nos fuimos al bar a
cantar boleros, fumar un pucho y conversar por un rato, ya que había que
descansar. Mañana a las ocho llegamos a Hamburgo. Bonne nuit, mes enfants!
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