lunes, 13 de agosto de 2012

Barcelona, España


Arribamos a su moderno y cosmopolita Aeropuerto Internacional El Prat después de un atraso de dos horas y media en Venecia por problemas en uno de los motores del Airbus A321 que felizmente se solucionaron, aunque infelizmente no para un buen grupo de pasajeros que perdieron sus conexiones (entre ellos dos familias con vacaciones de una semana en Santo Domingo que debieron pernoctar en la cuidad de Gaudí). 

Nuestro querido Piero Locatelli - entrañable amigo mío y compañero de cuarto durante nuestros estudios en Suiza - nos aguardaba para recogernos y llevarnos por el fin de semana a su casa localizada a 60 kilómetros de la ciudad, en Masia la Planota en Vilobí del Penedès, donde estábamos invitados. 

Vilobí del Penedès

El Penedès, situado en Catalunya, a medio camino entre las ciudades de Barcelona y Tarragona, es considerado - por su clima, ubicación y suelo - un lugar privilegiado en el mundo para el cultivo de la viña. Cuenta con dos denominaciones de origen propias: D.O. Penedès (vinos blancos y negros) y D.O. Cava (vino espumoso). Rodeado de riqueza patrimonial y cultural, es un territorio atractivo y acogedor, lleno de tradiciones y actividades que permiten a quienes lo descubren vivir una experiencia única en el Mediterráneo. 

A menos de una hora desde Barcelona, el paisaje cambia de repente cuando cruzamos la frontera natural del río Llobregat y nos adentramos en el Penedès. Atravesada por la Vía Augusta que comunica con la Tarraco romana y custodiada por multitud de torres y castillos desde numerosas peñas (pinna en latín, origen del topónimo Penedès), la región alberga la mayor extensión de viñedos de toda Catalunya.

Castillo de Olérdola, con Murallas Romanas del sII aC (Via Augusta)

Fue tierra de frontera entre musulmanes y cristianos en los siglos X y XI, y es hoy en día escenario de leyendas, de novelas como La Bodega de Noah Gordon, y de asombrosas tradiciones como Els Castellers o la Fiesta de la Fil·loxera. 

En coche, en bicicleta, a caballo o simplemente paseando, puedes perderte en un mar de ocres y verdes, que mudan con las estaciones del año. Puedes descubrir en sus bodegas, en su gastronomía y en su gente los rasgos de una identidad que tiene siglos de historia. 
El Penedès es, sobretodo, desde su Costa Dorada a la mítica montaña de Montserrat, un lugar para encontrarse y disfrutar. 

Después de cuarenta minutos de camino - y gran parte de ellos por pequeñas colinas - llegamos a la hermosa casa de Piero en la campiña, rodeada de kilómetros de sembríos de parra, olivos y almendros. Realmente un sueño poder vivir en un lugar como este. Encima, levantas un poco la vista y tienes la montaña de Monserrat.

Montserrat

En el corazón de la provincia de Barcelona, en la Cordillera Prelitoral y en medio de un paisaje de montañas de perfiles suaves y gastados, se alzan las audaces e imponentes formas del macizo de Montserrat. Sus elegantes, limpias y cuidadas formaciones verticales son un verdadero desafío a la pesadez y el cansancio del mundo; Montserrat es la victoria de la Vida y del espíritu de la verticalidad sobre la materia caótica, informe y decadente. 

Claire, su esposa inglesa de nacimiento y compañera nuestra también en la escuela en Suiza, nos recibió con un cariño increíble; yo no la veía desde hacía ocho años cuando coincidimos en un almuerzo en el Escorial cerca de Madrid. 

Esa noche cenamos en familia, en la cocina, una magnífica lubina interpretada en una versión de lujo de la famosa moqueca, que es un cocido de pescados elaborado con cebollas, pimiento, tomate y hojas de cilantro y pimienta malagueta, todo ello con aceite de palma y leche de coco. Se prepara lentamente y no se le añade agua. El plato es de origen indígena brasileño y, originariamente, se elaboraba con hojas de diversos árboles. Existen dos variantes de moqueca: la bahiana (procedente del estado de Bahía, en la parte Región Nordeste de Brasil) y la capìxaba (procedente del estado de Espírito Santo, en el sudeste). Es muy habitual en las gentes de ambos estados reclamar para sí la verdadera receta de la moqueca. La diferencia básica de la moqueca bahiana con respecto de la capixaba es la substitución del aceite de palma por urucum. 

A la mañana siguiente Michelle y yo nos fuimos a caminar en ropa de deporte por la campiña, extasiados con tan hermosos parajes de viñedos, olivos y almendros. Como ese paseo abrió el apetito, enrumbamos los cuatro a Vilafranca del Penedès para tomar desayuno y hacer compras en el mercado de la plaza principal ya que almorzaríamos por fin en casa.

Monument Castellers en Vilafranca Penedès

Vilafranca del Penedès es la capital del Alt Penedès y es la capital del vino. Es una de las ciudades medianas mas importantes de Catalunya por su situación estratégica, las buenas comunicaciones y por ser capital de una comarca, el Alt  Penedès, con una fuerte tradición vitivinícola. La producción del vino ha marcado su carácter, su cultura y sus tradiciones. 

Primera parada: Il Caffe, calle Font 4. Especialista en desayunos, tienes que comerte dos baguetinos crocantes de jamón ibérico de nota 35 sobre 20, frotados con tomate y buen café: nada más le puedes pedir a la vida a esta hora... ¡Serás muy feliz como una perdiz!

Pasamos por la tienda Ibericus (es una cadena especialista en jamones) de La Parellada 19, Vilafranca. Compré tres tipos de jamones Pata Negra: Joselito, Cinco Jotas y D.O. de Galán, además de fuet.

Ibericus Gourmet

En el mercado del pueblo: tomates, berenjenas, ajo, quesos, aceitunas, pan campesino, morcillas, chorizos y otros tesoros culinarios para preparar, mezclar, transformar, confitar, para al final comer, tragar, degustar... 

Antes de regresar a la casa se hizo un alto en la Vinateria Inzola, La Palma 27, Vilafranca del Penedès, donde se degustó champán rosé de Albet I Noya, buen tinto Tinell Art Reserva, parmesano, secallona y aceitunas. Precio por siete copas más los piqueos: 23 euros. Un regalo. 

Mientras las chicas se dedicaron a preparar el banquete - que consistiría en pan tomaca, ensalada fresca, escalibada, gazpacho, jamón serrano, aceitunas, anchoas, quesos, mantequilla y pan - nosotros los caballeros nos sentamos en la terraza a disfrutar de un buen par de botellas de vino de la zona, donde se producen excelentes vinos y champanes como los de la familia Torres, Freixinet, etc.

Bodegas de la Familia Torres en Vilafranca del Penedès

Esa noche teníamos reservado el restaurante de los hermanos Adrià, que se llama El 41, adyacente al Ticket. Es más fácil encontrarte un reloj Cartier tirado en la calle que conseguir una reserva allí (que por lo general demora entre tres a cuatro meses obtenerla, con suerte). Este es un pequeño restaurante de los llamados gastro-bares. En este en particular no tienen menú a la carta, más bien te dan de comer 41 tapas maridadas con cocteles a 200 euros la mitra; si quieres vino es otra historia. 

No me lo van a creer, pero nos entró tal flojera de conducir 60 kilómetros sanos de ida y bebidos de vuelta, que decidimos cambiar los planes (dejar El 41 para otra oportunidad) e irnos a rumbear a veinte kilómetros de distancia de la casa de mis amigos en la campiña barcelonesa. 

Previa siesta reparadora y con ropa como para la ocasión, partimos hacia la dimensión desconocida para andar de tapas y bebidas por las calles de la famosa Sodoma y Gomorra catalana.

Amor de Pintxo

Primer Stop: Amor de Pintxo (alta cocina en miniatura), Calle Marqués de Montroig 8, donde por 8.50 euros por persona escoges cinco tapas del menú de pinchos que tienen en exhibición (más de treinta) más una caña bien fría. Picamos de todo: tosta de butifarra negra con huevo frito, humus de atún, cigalas ahumadas; croquetas de queso de oveja, de paletilla de ibérico, de angulas al ajo arriero; empanada gallega, patatas bravas, rabos de calamar, confit de pato, serrano con foie, secreto ibérico, huevos a la cazadora, aceitunas de cinco colores diferentes y otras maravillas. 

Segundo Stop: Eguzki Lizarran Taberna, Calle Sant Pau 3 (tiene un segundo local en Paseo de la Ribera 56-57, en Sitges). Aparte de lo simpático del local encontrarás muy buenos - o los mejores quizá - pinchos, tapas y raciones para picotear de la ciudad, en un horario que va desde las nueve de la mañana hasta la medianoche en punto sin parar. En este local nos regalamos pimientos de padrón, huevos rotos con morcilla y papas, mini chistorras, txacoli y doble vuelta de maltas Macallan.

Eguzqui Lizarran Taberna

Tercer Stop: Restaurante Terraza Los Vikingos, Marqués de Montroig 7 y 9, www.losvikingos.com donde sirven unas excelentes croquetas de ibéricos. 

Cuarto Stop: DSM, Dehesa Santa María, Primer de Maig 3, buen especialista en ibéricos. 

Les paso datos de buenos bares de ambiente por si se animan: 

Yamuna Bar, Platja de Sant Sebastià, Calle Port Alegre 47 www.yamunabar.blogspot.com 

Bar Villages, Road House Disco Club R66 www.r66sitges.com

Sweet Pacha, Av. Port d’Aiguadolc 9 www.sweetpacha.com www.pacha.com

Bar del Sweet Pacha

La mañana siguiente, previo pan con morcilla blanca y copa de fino o rueda de desayuno, nos fuimos a disfrutar de la playa con un sol increíble. Fuimos a Altafulla (Tarragona): ropa de baño obligada y bloqueador porsiaca (ya que el calor estaba potente). El mar increíble, y una buena caña bien helada junto con la agradable temperatura del mar hizo que se pasara el tiempo en un chistar. 

Almorzamos en la playa, frente al mar, en el Restaurante-Bar Voramar (Cal Vitali), Pons d’Icart s/n (Tarragona) que tiene una cocina esmerada-clásica con especialidad en paellas. De picar: gambas al ajillo, puntilletes a la andaluza, cigalitas al jerez y anchoas del Cantábrico. De fondo: arroz caldoso de llamàntol (pariente del bogavante y de la langosta) y una paella negra de padre y señor mío (de cigalas con chipirones) ¡que nos dejó tumbaos! De beber: vino de la región. De fínale: una botánica de Brandy Cardenal Mendoza. Precio por cuatro personas... No lo sé porque fuimos invitados, pero por experiencia me imagino que gastarían unos 250 euros o un poco más. 

Llamàntol: Pariente del Bogavante y la Langosta

Esa noche nuestra anfitriona nos había amenazado con un pasta con anchoas y tomates de receta siciliana y al parecer de factura y sabor de campeonato. Desgraciadamente después de algunas horas de amena tertulia me quedé profundamente dormido. Los demás optaron por dejarme descansar ya que al día siguiente partíamos a Madrid - cuna de las Américas y última parada de esta aventura culinaria - así que ¡muy lamentablemente me la perdí! ¡Será para la próxima esta pasta chuta siciliana!

Pongo aquí término a esta crónica por las afueras de Barcelona, que vale la pena visitar y dedicarle una buena semana para recorrer todo el Penedès, la Costa Dorada, Tarragona...

¡Te extrañaré Barcelona y volveré cuando haya corrida de toros otra vez!