miércoles, 25 de julio de 2012

Venecia, Italia


TRIESTE

Trieste es una ciudad situada en el norte de Italia, a orillas del mar Adriático y hace frontera con Eslovenia. Tiene un clima suave y soleado, menos cuando sopla la Bora, un viento que sopla entre los 80 y los 180 km/h.

Para notar la importancia que tienen para la ciudad el mar y la montaña, no hay más que mirar hacia los dos extremos opuestos: por un lado las colinas del Karst y por el otro el mar de cuya actividad se sufragaron los bellos edificios del puerto, los palacios que hacen de bella cara de Trieste y que animan a recorrer el golfo que protege la ciudad hasta la periferia, y donde el emperador Francesco Giuseppe (el desafortunado Maximiliano Emperador de México) levantó el castillo de Miramare.

Castillo de Miramare

Trieste, una ciudad entre el Carso y el mar, un territorio de frontera, con un ojo mirando el mar Adriático y el otro posado en el promontorio cársico, envuelto del perfume de la “maquia mediterránea”, luminoso y con el cielo limpio, especialmente cuando sopla el viento de la Bora.

Trieste abraza el mar o, mejor dicho, lo cuida como a un huésped al que le ofrece una alfombra roja. Basta fijarse en el diseño urbanístico de la Piazza dell’Unità, cuya fachada se ofrece al mar como si se tratara de un muelle que resguarda los barcos.

Arquitectónicamente los palacios de Trieste hablan en lenguaje neoclásico, liberty, ecléctico y barroco, conviviendo con vestigios romanos, edificios del Settecento y de herencia habsbúrgica.

Cruce de culturas y religiones, en Trieste se percibe esa fusión desde que se llega: la iglesia greco-ortodoxa, la serbo-ortodoxa, la sinagoga, la iglesia evangélica luterana, o la helvética - la más antigua de la ciudad - conviven en una fraternidad que asombra. Esa tolerancia ha provocado una osmosis donde se bebe el Terrano y la Vitovska, se saborean los dulces de tradición eslava o germánica, o las sopas como la jota, para acabar con los sabores del mar: una cocina para descubrir.

Canales de Trieste

Otro de los olores inconfundibles de la ciudad es el del buen café. Los triestinos tienen verdadera pasión por el café y es casi una liturgia acudir a saborearlo a las cafeterías históricas de Trieste donde aún rezuman los rumores literarios de otros tiempos.

Trieste vive de cara al mar y sus gentes aprovechan cada posibilidad para disfrutarlo. La rivera y el litoral con sus playas y estaciones balnearias son frecuentadas todo el año, ya sea para tomar el sol, bañarse o caminar por los paseos marítimos.

Como comenté en mi última crónica, intercambiamos una noche de estadía en Zagreb, Croacia, por acercarnos más a Venecia (que va a ser nuestra próxima aventura viajero - culinario - vacilona), último destino del grupo de exploradores, salvo su usía que todavía peregrinará junto a su bella dulcinea por diez días más por tres ciudades majas de pm: Barcelona, Sevilla y Madrid, donde tenemos un plan ya programado que les contaré en su momento.

A lo hecho pecho, mis queridos ávidos y sufridos lectores. Hicimos la primera parte del viaje recorriendo 160 km para llegar a la ciudad de Rijeka. Arribamos luego a la ciudad de Trieste en tierras azzurras después de cruzar Eslovenia (donde tienes que pasar imigración, aduana y todos los procedimientos de rigor para estos casos). Vale la pena hacer el viaje por caminos rurales, ya que los bosques son alucinantes y te puedes permitir perderte a tu antojo (apagas el GPS); tú eres dueño de tu tiempo y ritmo y eso es oro puro cuando haces turismo.

Nuestro Maria Theresia

Antes de salir del Westin de Zagreb me puse a surfear los hoteles cinco estellas de Trieste y me encontré con el hotel Maria Theresia, ubicado frente al mar en el malecón principal de Miramar y a un precio bastante bueno: 125 euros la noche por una habitación doble con desayuno incluido. Lo reservé a través de la página web Travel Europe que les recomiendo, ya que la misma oferta figuraba en otras webs de buscadores de hoteles, en algunos casos al doble de precio. El hotel, para mi gusto, tiene las habitaciones un poco oscuras, pero para una noche no es gran cosa. Los cuartos bien puestos y, lo mejor, el desayuno en la terraza del piso cuatro del hotel, con una vista al Adriático disfrutando de un buen desayuno... ¡Vale un Perú!


VENECIA

El centro histórico de Venecia está formado por 118 pequeñas islas con más de 400 puentes que las unen y forman un único territorio, dividido en seis antiguos distritos administrativos o “sestiere”, tres a cada lado del Canal Grande. 

El sestiere de San Marcos, con la majestuosa Basílica y el elegante Palacio Ducal, es uno de los lugares con más turistas y el más caro de la ciudad. Al norte de San Marcos está el sestiere de Cannaregio y al este el de Castello; los dos son barrios residenciales, tranquilos e interesantes de ver.

Plaza San Marcos, 1760

En el otro lado del Canal Grande, están los sestieri de Dorsoduro, Santa Croce y San Polo, éste último es el más vivo y comercial en esta parte del canal. Cada sestiere tiene sus particularidades y es interesante descubrirlas, por eso les aconsejamos, dependiendo del tiempo que tengan, que los visiten todos para que descubran sus encantos.

Para orientarse por las muchas callejuelas de Venecia es fundamental que tengan un plano detallado de la ciudad. En Venecia las direcciones tienen el nombre de la calle, el nombre del sestiere y el número cívico, y los tres son indispensables para encontrar la dirección, si no, es casi imposible. Es fácil perderse, pero también es fácil volver a encontrar el camino gracias a los muchos carteles que el ayuntamiento ha puesto en los puntos principales de la ciudad.

Carnaval de Venecia

Venecia es un destino turístico todo el año. La estación con más turistas es de abril a octubre, sobre todo en los meses de julio y agosto. En este periodo es casi imposible encontrar un hotel si no se ha reservado. 

Carnaval y Navidad también son periodos con muchos turistas, pero permiten disfrutar de la atmósfera de la ciudad con un clima invernal fresco. El mejor periodo del año para evitar las masas de turistas y disfrutar mejor de Venecia, con un clima agradable y tranquilo, son las semanas antes de Semana Santa, porque noviembre y diciembre son meses más problemáticos por el clima (que puede ser frío y lluvioso). 


Hay que tener en cuenta que el fenómeno de la marea alta suele producirse entre octubre y marzo y que ofrece una inolvidable imagen de Plaza San Marcos cubierta de agua.

Enrumbamos a Venecia como a las ocho y media de la mañana sobre la Autopista A7 que te lleva en dos horas (160 km) directo a la ciudad de los canales. Aquí quiero aconsejarles sobre los procedimientos de cómo llegar y cómo manejarse al arribo.

1.- Si llegas en auto con entrega final del vehículo alquilado (Europa, Hertz, etc.) en esta ciudad y tienes mucho equipaje, como en el caso de nosotros cuatro (treinta días viajando), lo mejor es que te dirijas al Aeropuerto Marco Polo (diez kilómetros antes de Venecia) para que dejes todo el equipaje que no sea esencial (quédate con tu carry) en la custodia de equipajes localizada en el primer piso del aeropuerto (llegadas) al fondo a la izquierda, donde por seis euros diarios por maleta te la cuidarán sin problema alguno.

2.- Si tienes que entregar tu automóvil en el aeropuerto, lo haces y de ahí tienes algunas opciones interesantes como:

A.- Tomarte un bote-taxi privado como para cuatro personas que te llevará a tu hotel (si es que tiene parqueo acuático) por 110 euros.

B.- Tomarte el bus en la zona de llegadas, que te llevará a la Piazza di Roma que es el punto más cercano antes de entrar a la ciudad (toma un poco de tiempo y hay horarios). Allí nuevamente puedes tomar un taxi-bote (70 euros x cuatro personas con equipaje ligero) o el transporte bus público que tiene varios recorridos y te acercará a los paraderos fijos más cercanos a tu hotel.

C.- Tomarte un taxi (auto) por 110 euros hasta la Piazza di Roma. Llega súper rápido. Luego, optar por una de las dos opciones anteriores.

D.- Lo que hicimos nosotros: dejar todo el equipaje pesado en el aeropuerto en custodia, ir en el auto alquilado hasta la Piazza di Roma, entregarlo en la agencia (todas tienen oficinas en la plaza), cruzar veinte metros hacia la estación de taxis y tomar un bote, en nuestro caso directo a la puerta de nuestro hotel (Palacio Danieli) por 70 euros.

Hotel Danieli, Venecia

Asomándose a las islas de la laguna, el Hotel Danieli se encuentra en una de las posiciones más exclusivas de Venecia, a pocos pasos de la Plaza de San Marcos, una ubicación cómoda cerca de las tiendas, los museos y los atractivos principales de Venecia. 

Encantador y lujoso, el Hotel Danieli se compone de tres espléndidos palacios venecianos de los siglos XIV, XIX y XX. El interior del hotel está decorado ricamente con lámparas de cristal artesanal de Murano, preciosos tejidos y tapicerías, columnas de mármol trabajadas a mano y refinado mobiliario de época. El Restaurante Terrazza Danieli, completamente renovado y colocado en el último piso del Palacio Danieli Excelsior, brinda a sus huéspedes un panorama inolvidable de Venecia: la misma vista que tenían los nobles venecianos cuando vigilaban hace tiempo la llegadas de los barcos cargados de mercancías orientales. Un escenario romántico rico de historia que despertará todos tus sentidos. 


Arrigo Cipriani, Propietario del Harry's Bar

Efectuado el check-in de una de las dos habitaciones (ya que la mía recién me la iban a entregar a las cinco de la tarde, con up-grade ofrecido y cumplido por la demora) y siendo hora de restaurarnos, nos fuimos al famoso Harry's Bar de Venecia (harrysbar@cipriani.com), que tiene en esta ciudad dos locales: el primero en el Hotel Cipriani, al costado de la Plaza San Marcos y al costado de nuestro hotel también; el segundo es el Harry's Dolci en Guidecca (harrysdolci@cipriani.com). Tiene también otros locales en otros países, como el de París (que conocemos, al igual que el de Londres), el de Hong Kong, Estambul, Abu Dhabi y cinco en New York (comenzando por el de Wall Street - mi preferido - el de Grand Central, el de West Broadway, el de la 5ta Avenida con la 59-60 St., y el del East (que le dicen Le Specialità, lespecialita@cipriani.com). Arribamos como a las dos de la tarde. Estaba full el primer piso. Nos dirigió el Maître D al segundo nivel, donde las mesas son más elegantes y el servicio es también para almorzar y beber... y por supuesto más caro (ojo, tengan cuidado).

Comenzamos por ordenar lo mejor que hace esta casa, bloody mary (18.50 euros el vaso pequeño) y el Manhattan (mismo valor que el anterior) que vino acompañado de macadamias y pistachos tostados.

El Carpaccio del Harry's Bar

De almorzar se pidió el tradicional Carpaccio Harry's Bar de entrada (este señor Cipriani fue el inventor del carpaccio, por algo 52 euros la porción) y de fondos un tagliolini gratinado (35 euros), una milanesa con spaghetti al burro (58 euros) y una sepia al nero (calamares en su tinta, a 58 euros la porción).

Antes de que nos trajeran los platos principales nos sirvieron unos panes de hojas y otros de migas calientes ¡con una mantequilla de horror! Estaba de buena que, con propiedad, la puedo comparar con la que sirven en el Market en los Campos Elíseos: es decir, las dos mejores mantequillas del mundo en dos excelentes restaurantes. La devoramos y pedimos bis en dos oportunidades más…

Toda la comida estuvo buena y a la altura de la fama y calidad de los restaurantes del Sr. Cipriani, a quien tuve la suerte de encontrarme en el restaurante.

No puedo terminar de relatarles este almuerzo sin decirles que lo mejor fue sin lugar a dudas los spaghetti con mantequilla que vinieron de guarnición en la milanesa de ternera; eran de pasta fresca recién hecha, delgados, artesanales, con la mejor mantequilla posible. Al probarlos nos pasó de vueltas a todos e inmediatamente pedimos una porción adicional para disfrutarla... ¡Qué tal manjar para nuestras papilas gustativas! Nunca habíamos comido una pasta tan sencilla y tan sublime, lo que refuerza mi teoría de que la mejor y más sabrosa cocina es la más simple.

Para complementar se terminó la cena con tres grapas y dos cafés, para pagar finalmente 475 euros por una entrada, tres platos de fondo y seis cocteles. Hay que tener cuidado: no es un restaurante barato; muy por el contrario, es extremadamente caro, así que ¡atención a la paloma! Recomiendo que vayan, se sienten en el primer piso, se pidan un aperitivo y coman sin lugar a dudas ni vacilaciones los spaghetti con mantequilla... ¡los mejores del mundo! y nada más.

Como estábamos un poco cansados decidimos ir al hotel a encontrarnos con Jani y Eduardo que estaban desde el día anterior en la ciudad para programar la cita nocturna.

Trattoria do Forni, Calle Specchieri

Nos encontramos todos en el bar del hotel para disfrutar de una amena tertulia, así como buenos aperitivos italianos que pusieron en Fa a todos los presentes. Como no podía ser de otra manera, el Maestro Consejero Espiritual y Dirigente Culinario - nuestro querido y estimado Edi - ya había, después de una larga pesquisa, reservado la cena en uno de los mejores restaurantes de la zona: un especialista en pastas con pescados y mariscos de nombre y apellido Trattoria do Forni, en San Marco, Calle Specchieri 468/457 (www.doforni.it). Sus especialidades en pastas incluyen preparaciones de spaghetti con nombres emblemáticos: la Serenissima (vongole y zucchini), a la Scogliera, el Silvestri (con mejillones), a la Isolana (de legumbres), el vermicelli de ajo pimiento, a la Eligio (con cigalas y espárragos), sus linguine al tintorello con bogavante, el Pezzuto con jamòn San Danielle y arroces como el Tiziano (con champán y cigalas) entre otros más que no recuerdo en este momento pero estoy seguro de que los deleitarán en su próxima visita a este buen establecimiento.

Spaghetti alla Scogliera

De picar hubo gambas con aceite y limón, vieras Casanova, espuma de bacalao en mantecado, trucos de jamón serrano, calamares fritos y, de fondo, pastas seleccionadas de lo antes aquí descrito; buen vino Pinot Grigio Mario Schiopetto.

A la mañana siguiente tomamos un ligero desayuno de jugo y un entremés en una de las innumerables tabernas que hay por las cercanías, ya que nos habían programado una visita a Murano: la fábrica de cristal Signoretti, donde pasamos un rato muy agradable a la vista y el alma pero muy duro para la billetera, ya que compré dos esculturas de artistas famosos que adornarán mi casa de playa (un velero) y la de Lima (la cara de Maria Teresa de Picasso, que la verdad es un sueño de arte y belleza). Quedamos muy felices y me imagino que el vendedor también.

En su momento de máxima prosperidad la isla fue designada como la sede principal de la industria del arte de vidrio debido a dos razones: la isla está posicionada a favor del viento con respecto a Venecia, por lo tanto los hornos no contaminan el aire de la ciudad; en segundo lugar, para evitar el peligro de incendio en la zona central de Venecia.

Cristalería de Murano

Murano realmente se compone de seis islas unidas por puentes y tiene unos 6.000 habitantes. Muchas tiendas organizan visitas gratuitas de demostración sobre cómo se hace el cristal, aunque cuidado porque te acabarás llevando algo. Existe incluso un museo del cristal.

Entre la variedad de lugares a conocer durante la visita a la isla, te recomendamos principalmente los siguientes:

Iglesia de Santa Maria y San Donato

Iglesia de San Pedro Mártir

Iglesia de Santa Maria degli Angeli

Palacio de Mula

Museo de Cristal de Murano en el Palacio Giustinian

Faro de Murano

Museo de Arte Contemporáneo Berengo


BURANO

Se encuentra situada al norte de la laguna, muy cercana a Torcello, y es conocida por la producción de encaje de hilo. La isla, con más de 4.000 habitantes, posee un inclinado campanario que se ve desde la lejanía.

Turísticamente hablando, Burano es famosa por sus casitas de colores. Los vecinos están obligados a pintar sus fachadas cada poco tiempo. Existe la leyenda de que las casas son de colores porque los marineros las pintaban así para poder llegar hasta ellas los días de niebla.

Para visitarla sólo son necesarias una o dos horas, ya que es una isla muy pequeña. Llegar desde Venecia te llevará unos 45 minutos en vaporetto.

Colorido Burano

Teníamos reservado el almuerzo en la famosa Trattoria al Gatto Nero da Ruggero, vía Giudecca 88, (www.gattonero.com). Nos sentaron en la terraza mirando uno de sus varios canales y nos ofrecieron una copa de espumante.

De almuerzo: el Antipasto Degustazione (en tres tiempos te ofrece tres platos con los mejores mariscos) y carpaccio de pescado de la zona, para proseguir con un risotto a la buranella que se hace con caldo de un pescado llamado paganel (muy suave y muy sabroso) y es la especialidad del local. Además, pappardelle con scampi y ricota ahumada, unos tagliolini alla grancevola con araña de mar, y unos sublimes spaghetti alla scogliera (que vienen con frutos del mar).

La casa también es especialista en pescados como la anguila, el turbot, el dover sole, corvina del mediterráneo, sardinas, rape, lubina, etc. Pueden venir asados o a la grilla. De tomar: Pinot Gris Lis Neri 2009. Precio por cuatro personas, con café: 169 euros.

Esa tarde disfrutamos de la vista que ofrece la terraza del Hotel Danieli, de las pequeñas compras en las calles que rodean la Plaza San Marco, de sus magnificas cafeterías (donde puedes tomarte un apero o un breve snack, siempre poniendo atención a los precios ya que todo es muy caro en esta zona altamente turística). Cada cafetería-restaurante tiene música clásica en vivo para escuchar y te incluirán 6.50 euros por persona en tu cuenta por ello.

Más tardecito paseamos por un par de bares que voy a recomendar: Bar Americano, San Marco 302 y Eddy Bar, en el 607/680 de la misma calle. Ambos son perfectos para abrir el apetito cuando estás esperando la hora para tu reserva en ese restaurante de la última cena antes de partir de Venecia.

Osteria San Marco

El nuestro se llama Enoteca Osteria San Marco, 1610 - San Marco (www.osteriasanmarco.it) donde uno disfruta de la auténtica cocina de cantina regional. La experiencia fue increíble: me comí los mejores bucatini alla vera amatriciana (salsa de tomate picante con panceta) de varios lustros que recuerde; Michelle comió unas tagliatelle verdes con vegetales, cumplidoras; Manolete pidió unos spaghetti con vongole y botarga, y Flor unos muy buenos ravioles de ricotta con salsa de pomodoro. De beber: vino de la casa. Precio por cuatro personas: no lo sé porque fuimos gentilmente invitados.

Y aquí se acaba Venecia. Fueron dos días intensos y muy cortos. Esta ciudad (que he visitado en dos oportunidades anteriores) se merece al menos cuatro días para apreciarla. Mañana nos embarcamos como al mediodía hacia Barcelona donde nos espera otra aventura…

Arrivederci!


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