lunes, 16 de mayo de 2011

Jordania - Amman II

Después del check-in y previo relajo en las suites (ya que el viajecito nos había tomado prácticamente toda la mañana y casi toda la tarde) nos volvimos a juntar como a las siete de la noche para dirigirnos al Mecca Mall, el más grande y lujoso de esta ciudad, de la que por cierto no les he contado que todas las construcciones sin excepción son hechas de piedra caliza blanca, así que todo se ve muy hermoso, ordenado, y moderno en algún sentido.

El mall, como todos; salvo el food market que resultó todo un descubrimiento por la variedad de productos de todas partes. Me imagino que ya pensarán qué hice yo.... pues lo lógico, como cuando un niño entra a una tienda de juguetes como Toys 'r' Us. Me quería llevar todo: los langostinos tigres de 25 cm., las coquille Saint Jaques de la Normandía, les poules de Bresse, los besugos del Cantábrico, al igual que los salmonetes y sardinas, jamones y embutidos de todo el orbe, quesos deliciosos como el veritable Camembert de Normandie, el boursin de hierbas y ajo, el Caprice des Dieux (que para mí es un must!!!), condimentos exóticos, perfumes y aceites arómaticos de flores y especias para cocinar, currys, sillao de diferentes consistencias y texturas, foies en lata y frescos (naturales y condimentados), salmones escoceses ahumados, caviar iraní!!! En fin, un pajazo cerebral y degustativo tipo tres clímax a la vez... he dicho.

Bueno, esta experiencia - casi orgía pantagruélica bacanalista - desgraciadamente no duró más de una hora, muy a mi pesar, pues habíamos quedado con el Emir y su bella esposa en tomarnos un martini en el foyer del hotel... que se convirtió en dos, acompañados de unos tentempíes locales y unos buenos Camel que me había comprado en El Cairo para continuar travesía - nueva y directamente - hacia el restaurante Asia, donde habíamos cenado maravillosamente poco antes (dos días) y del cual teníamos tres recuerdos memorables, imborrables, agradables, irrepetibles: la excelente comida, el vacilón de la cena frente al show kitchen y la dolorosa, amarga, hija de su M.... cuenta que pagamos!!!

Estábamos dispuestos a inmolarnos nuevamente, cosa que como fieles y devotos del Señor de los Milagros, hicimos obedientemente.

No tengo que contarles, solo les diré que la cena estuvo de puta madre e hijos, como dice el Chueco cuando todavía está sano (o sea, como a las dos cajas de chelas), ya que nos dieron otra cena diferente a la pasada: unos thai sticks de langostinos acaramelados, otros cubiertos de masa phyllo; beef satay, rolls japo, un par de sopas alucinantes (una de curry y la otra de barro de hongos), chicken yellow curry con arroz jazmín, scallops con pimienta de Sechuán y unos filo hongos mini espectaculares; tres postres que como tres tristes trigres comen trigo en un trigal y aquel que no coma los tres postres pagará la cuenta... No saben el chongo que se armó.

Como todo cuento, tuvo su final: nos fuimos a dormir. Felizmente nos ayudó el buen vino que las chicas sugirieron tomar con la cena, y me imagino que a otros se les despertó el libido...

Nueva y religiosmente al gym muy temprano. Esta vez me permití una licencia y llegué a 10 para las 6am, pues nos iban a recojer a las 8.30am para llevarnos al aeropuerto Reina Rania a tomar los respectivos vuelos programados.

Como de costumbre, recolecté mi Free Check de 600 calorías que dilapidé en el desayuno, que para mí se hizo muy triste: me recordó a la Última Cena de Jesús y sus apóstoles, ya que me despedía de ese lujurioso buffet matutino que prometo recordar como el día que nací.

Después de pasar por la parte desagradable de pagar la cuenta del hotel, nos fuimos raudamente al aeropuerto, donde nos esperaba el encargado de la agencia para faciltarnos las cosas: me chanqué el dedo al poner las maletas, se olvidó el huevón y nos pasó por la cola de económica y viajábamos en business, of course (como diría la huachafa de la China Tudela) y, para colmo, a Manolo le querían cobrar US$.500.00 por tener 18 kilos de exceso. Según escuché, él le contaba al personal del counter que la balanza estaba malograda porque él no había comprado nada y lo juró, me consta, por el Señor de Sipán con cabrito a la chiclayana incluído el arroz con pato al aroma de loche... PUTA MADRE COMO EXTRAÑO EL PERÚ Y SU COCINA!

La verdad es que le creyeron (lo voy a poner en el libro Guiness), ya que no le cobraron nada!!! Me juré a mi mismo que viajaré con Manolo y Flor donde digan.... he dicho...

El VIP del aeropuerto de Amman hasta tiene mesas de billar!!! Ya para qué les describo el resto de manjares y placeres. Lo dejaré para cuando ustedes los usen. Lo mismo el Duty Free, el más grande y surtido que he visto .

En estos momentos estoy sentado en el Crown Elite de Jordain Airlines, casi aterrizando ya en Estambul con dos vodkas yo, mi princesa con sus martinis; habiendo almorzado delicioso con salmón fresco, vino y quesos franceses, y todo lo usual de esta selecta clase.

Bueno, mis queridos párvulos, pendejos, pedorros; prosigo palabras que pronunciadas por profesora Petra Pérez Pinto por puta punto digo.

Buen Apetito

A.

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