viernes, 20 de mayo de 2011

A París: la partida y la llegada

La Partida

Comienza un nuevo periplo por el Viejo Mundo, que con sumo placer me honro en relatarles con pasión gastronómica y, sobre todo, con mucha curiosidad por lo venir.



Son las cinco de la tarde y estamos disfrutando de unos buenos vodka orange y aceitunas rellenas, mientras aguardamos nuestro vuelo hacia París vía Madrid cuando, sin darnos cuenta, nos llegó la hora de embarcar por donde ya nos aguardaban generosas copas de champagne Lois Schroeder seco, burbujeante y, como siempre, sabroso al paladar. Lo degustamos acompañado de unas almendras tostadas y, como no podría ser de otra manera, repetimos o hicimos un bis…

Buena cena abordo: carparccio de zucchini con jambón seche, buena ensalada de estación y, como plato principal, un magret de poulet con morrillas y arroz basmati. De final, un suspiro de lúcuma y una muy simpática tabla de quesos (camembert, gouda y de oveja), buen vino pinot noir de la Bodega Amayna del valle de Leida... Todo un festín!

A dormir que nos aguarda el desayuno antes de llegar a Barajas, que con muy buena puntualidad se cumplió el itinerario ofrecido de llegada. Buena por LAN, siempre es un placer viajar con ellos: muy buen trato, buenos vinos, buena comida... qué más!

Una vez terminados los trámites migratorios respectivos en espera de nuestra conexión para París - donde comenzará este viaje de exploraciones sensoriales al paladar - Jani, Manolo, Michelle y el que escribe nos refugiamos en el VIP de Iberia en la terminal J, donde pudimos refrescarnos algunos con caña helada y unos buenos tentempiés (fuet, mini bocadillos, etc.), y otros en un muy bien puesto bar en este oasis. De repente, se nos apareció la virgen!!! No, era Manolo con botellas de champagne y frías copas, acompañado de Flor, con quien habíamos pactado encontrarnos en este punto ya que ellos son pieza fundamental en esta aventura por emprender.

Chuletas de Cordero con Puré de Petit Pois, Pimienta Verde y Menta

Tanta amena charla con estos dilectos amigos que casi perdimos el vuelo. Felizmente las damas son más responsables que los caballeros y pudimos llegar al gate in extremis… para encontrarnos con la noticia que Eduardo se había confundido y su conexión a París era en un vuelo diferente que ya había partido hacía 20 minutos. No pudimos hacer nada pues nos conminaron a entrar o cerraban la puerta. Así, mis queridos amigos, me imagino que Jani lo debe de estar asesinando a Eduardo. Ya sabremos más de este asunto en unas horas, cuando nos rencontremos con Olga y Gustavo y todos ellos a cenar en el Rst. Market que el famoso chef internacional Jean George tiene en la Rue Matignon en los Campos Elíseos (donde tenemos reserva a las nueve de la noche, que no sé si llegaremos a tiempo (ojalá!), ya que hace una hora que estamos sentados en el avión y no podemos despegar por una tormenta en la parte norte del aeropuerto, y estos hijos de la guayaba ni agua nos ofrecen... Cómo extraño a LAN. Cómo extraño llegar a la tierra patria del croissant au chocolat, del beaujolais nuevo o fresco de temporada, del baguette y del camembert, entre tantas cosas que darían para escribir largo y muy tendido.

La Llegada, sábado 14 de mayo 2011

Aterrizaje

Tranquilo en Orly después de pasar por la licuadora aérea debido a la tormenta que nos tocó experimentar durante el vuelo. Afortunadamente nos encontramos con un chofer free lance que, en un santiamén y por 100 Euros, nos trasladó a los cuatro en una cómoda van hacia el Marriott Paris Rive Gauche Hotel que queda en el 17, Boulevard Saint Jaques, en la zona del Barrio Latino: buen hotel de 700 habitaciones. Yo diría un típico hotel gringo con sus comodidades y sus desventajas por lo impersonal, al ser mega.

Rápidamente los cuatro, previo aseo a la francesa, nos tomamos un taxi para darles el encuentro a Olga y Gustavo que nos aguardaban desde hacía 45 minutos en el restaurante Marquet, en el 15 avenue Matignon, a una cuadra de la famosa calle parisina de los Campos Elíseos (les paso la web de este famoso chef propietario de este restaurante y de muchos más alrededor del terráqueo: www.jean-georges.com

Comenzamos la jornada con unos buenos Martini y sus respectivas olives vertes, excelente pan campesino y la mejor mantequilla que en buen tiempo no habíamos disfrutado (comentario general de la mesa) y que por obligación y necesidad volvimos a pedir.

Rollo de Atún, Coulis Vert de Soja

La cena realmente muy buena. Para compartir pedimos tres platos que paso a comentar: el primero fue rouleau de ton croustillant, coulis de soya vert; que es un tataki de atún en forma cilíndrica el cual envuelven en hojas de col y lo pasan a freír solo para que se forme una ligera costra exterior de cocción por fuera del atún, conservando su término inglesa o crudo por dentro. Esto viene acompañado de una alucinante salsa ligeramente picante de soya verde, muy bueno! El segundo fue un rolls de seis piezas de uñas de langosta (homard) con daikon, envueltos en unos ligeros mini crepes bajo una ensalada de corte asiático. El tercer plato consistió en un tartare de atún con palta y kion, coronado de un carpaccio de rabanito... Allí te das cuenta de la mano del chef para conjugar todos estos ingredientes en una poesía culinaria; y lo digo no solo para este plato sino para estas tres grandes entradas.

Tartare de Atún, Palta y Rabanito

Los fondos fueron variados e igual de espectaculares: Flor y Gustavo se regalaron con sendas milanesas de escalopas de ternera (las más jugosas y crocantes, que merecieron el aplauso de la concurrencia) cubiertas por completo de una ensalada de arúgula y papa dulce y airelles séchées... sorprendentemente exquisita y distinta, o diría exótica. Olga se fue por unas côtes d’agneau o costillas de cordero que estaban acompañadas de un puré de petit pois con un toque picante de pimienta verde y mentha (surrealista esta mezcla, tienen que hacerla en casa). Michelle nos sorprendió con un steak tartare de la mejor carne local sazonada solo con aceite y acompañada con una emulsión a la mostaza y dos papas torneadas: solo voy a decir que para nosotros ha sido el mejor tartare que hemos probado, por la sencilla razón que el sabor de la carne no estaba oculto, como es el caso de nuestros tartares limeños a los que atiborramos tanto de condimentos que les ocultamos el sabor. A esta versión parisina la declaro “imperdible!!!". Manolo y yo optamos por dos pizzas clásicas de esta carta - la primera de atún al wasabi y la segunda de hongos salvajes y huevo - que estuvieron a la altura de las circunstancias.

Crumble de Fresas
Para terminar nos regalamos con unos quenelles de chocolate bitter que llegaron montados en un pionono de hielo (buena idea para copiar y servir), un volcán de chocolate y glace a la vainilla y otro de fresas con crumble... Un gran Bordeaux que compartimos puso la nota redonda a esta muy simpática velada que tuvimos que finalizar con una buena caminata hasta el Arco del Triunfo para hacer una merecida digestión. Nos vemos mañana. Camino al Valle de los Reyes o La Loire.

Buen apetito!!!!!

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