martes, 9 de septiembre de 2014

Yogyakarta: La Ciudad de los Templos


Partimos en un vuelo muy tempranero de Air Asia a esta ciudad distante a una hora de vuelo para conocer los templos de Prambanan y de Borobudur, que son uno del siglo IX y el otro del siglo VIII, uno hinduista y el otro budista, ambos Patrimonio de la Humanidad y maravillas del mundo que vale mil veces la pena visitar. Sin lugar a dudas la mejor experiencia que hemos tenido: recorrerlos e imaginar estas civilizaciones y sentirnos orgullosos de que en el Perú tenemos algo similar.

Estupas en lo Alto de Borobudur

Por la web contratamos un servicio de guía privado. Se llama Zunam y nos recogió en el aeropuerto con dos transportes; uno se llevó el equipaje al hotel y el segundo, con nosotros, nos brindó tres recorridos: el primero a Prambanan, que es el más grande templo hindú en el sudeste asiático, dedicado a los dioses Brahma, Shivá y Visnú. Está situado frente al volcán Merapi, que les dejará sin aliento el solo contemplarlo. El conjunto está ubicado a unos 18 km al este de Yogyakarta y fue construido durante el siglo IX bajo la dinastía Sanjaya del primer Reino de Mataram, en la región de Java Central. El segundo templo, Borobudur, es budista y los dejará anonadados al recorrer su estructura; dejarán el aliento, pero serán perdonados por todos los pecados de gula que habréis cometido en vuestras vidas pasadas; os lo aseguro, como que me llamo Alfredo Más Arroz.

Es un paseo de todo el día. Les tomará casi diez horas con una visita intermedia al Palacio del Sultán, donde fuimos recibidos de acuerdo a la dinastía y abolengo que poseemos, previa coordinación con protocolo de la cancillería peruana que se encargó de que se nos rindieran los honores correspondientes por ser de linaje Inca y descendientes directos del primer monarca Más Arroz el Glotón Amo y Señor del Tiradito Alfresco con Camote Glaseado. En este palacio trabajan 4,000 empleados para mantener la joyita de casa del Sultán... ¿¡Qué les parece!? Con entradas, transfer y los tours, pagamos 225 euros por 6 personas con una parada en un restaurante local en el que dimos cuenta de varios platos que compartimos entre todos: camarones con curry rojo, ancas de rana, cangrejos suaves con chili, Nasi Goreng, Laksa (sopa tradicional indonesia, picante), bolas de jibia apanadas, arroz frito de tres sabores, pescado con lichi y no sé qué más que no llego a recordar. Con cervezas para todos salió la cuenta US$.150.00 por 6 personas, bien comidos y totalmente satisfechos.

Prambanan

Nos depositaron en el Hotel Phoenix, que habíamos elegido para quedarnos esa noche (ya que partíamos al día siguiente a Kuala Lumpur). Les comento que todos quedamos maravillados por la atención de este hotel de pueblo. Pocas veces hemos sido atendidos con tal prontitud, amabilidad y con todas las cosas buenas y bacanes que se les puedan ocurrir.

Al principio te confunde cuando entras al hotel, ya que imaginas un hotel pintoresco y extravagante, pero cuando empiezas a entrar te vas dando cuenta de que estás ingresando al cuento de las mil y una noches: todo lleno de detalles y finezas.

Las habitaciones, bastante buenas, con todas las comodidades y más en el caso nuestro después de haber estado recorriendo las ruinas de la ciudad por casi diez horas con 33 grados de calor. Ni bien entramos, caímos totalmente exhaustos a pesar de que habíamos quedado en encontrarnos en la piscina para vacilar.

Nos volvimos a ver las caras todos en el desayuno del hotel, que tiene 150 platos de diferentes tipos de alimentos; algo fuera de serie. En un lado había, como parte del desayuno, dos naturistas que te iban preparando brebajes de acuerdo a tus problemas físicos o si querías bajar tu colesterol o para adelgazar, etc.

Una vez terminado este opíparo y probablemente irrepetible buffet de mañana, nos dirigimos al aeropuerto para tomar un corto vuelo de dos horas con destino a Kuala Lumpur, conocida como KL, capital de Malasia, tierra de las torres Petronas, donde nuestra moneda será el Ringgit, hablaremos Bahasa Malaysia, viviremos un paraíso de buen comer, un clima todo el año de 32 grados... Y que será materia de otra crónica.


Bali nos dejó una sensación de no haberla podido descubrir. Solo nos mostró una pequeña parte, como diciéndonos "si me quieren ver de verdad tendrán que volver, y no por los cinco días que vinieron ya que no me han conocido, solo seré un grato recuerdo que pronto se desvanecerá". 


¡Buen apetito!

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