lunes, 6 de junio de 2011

Bilbao - Santander

Después del desayuno en el María Cristina, partimos hacia Santander, municipio español y ciudad portuaria capital de dicho municipio, en Cantabria, en la costa norte de la Península Ibérica. El municipio de Santander limita con los de Santa Cruz de Bezana y Camargo, y con el Mar Cantábrico por el norte, además de cerrar por el sur la bahía homónima.

Como estábamos en dos camionetas, nosotros partimos dirección Bilbao los cuatro, mientras que los Caprile y los Azambuja se fueron a almorzar a un restaurante de nombre El Kano, en calle de Herrerieta 2, en Getaria, catalogado como el santuario de las cocochas o cachetes de Merluza del País Vasco... Por supuesto también tienen pescados de gran factura, según nos relataron nuestros amigos comensales y compañeros de viaje, que llegaron muy contentos y satisfechos de este buen restaurante regentado por una familia muy entendida en todo lo que se relaciona con el mar y sus tesoros.

La villa de Bilbao (en euskera también Bilbo), es una localidad y municipio español situado en el norte del país, capital de la provincia y territorio histórico de Vizcaya, en la comunidad autónoma del País Vasco.

Desde su fundación, a comienzos del siglo XIV, fue un enclave comercial que gozó de particular importancia en la cornisa cantábrica gracias a su actividad portuaria que se basaba principalmente en la exportación de la lana procedente de Castilla y en menor medida del hierro extraído de las canteras vizcaínas.

En la actualidad es una pujante ciudad de servicios,9 que se encuentra en un proceso de revitalización estética, social y económica liderado por el simbólico Museo Guggenheim Bilbao.

El 19 de mayo de 2010 la ciudad de Bilbao fue reconocida con el premio Lee Kuan Yew World City Prize, otorgado por la ciudad estado de Singapur, en colaboración con la Academia Nobel sueca. Considerado el Nobel de las ciudades, fue entregado el 29 de junio de 2010.

Ni bien llegados, nos dirigimos al Museo Guggenheim que es un imperdible; obra del arquitecto americano Frank O. Gehry, constituye un magnífico ejemplo de la arquitectura más vanguardista del siglo XX. El edificio representa en sí un hito arquitectónico por su diseño innovador y conforma un seductor telón de fondo para la exhibición de arte contemporáneo. Les paso el link www.guggenheim-bilbao.es

Dentro del museo hay un restaurante que lo maneja Martín Berasategui, con varios menús de degustación de precio muy cómodo: el de €23 se llama Sabor y Naturaleza y se compone de huevos a baja temperatura con una sopa de cebolla roja y panecillos crocantes, unas albóndigas de bacalao en salsa vizcaína, de ahí unas carrilleras de cerdo ibérico glaseadas con puré de apio-nabo-vainilla, para terminar con un bizcocho ligero de chocolate, mousse de café y crema helada de miel.

El segundo - de nombre Bistrot y de €18.40 - tiene para escoger entre entradas: unos puerros confitados en su jugo con patata cascada, o un huevo como el del menú anterior, o una berenjena asada con champiñones y salsa de tomate y apio, o una ensalada de roast beef de ternera con pimientos morrones, albahaca y mezclum.

Como fondos, se puede escoger entre la albóndiga de bacalao (como el menú anterior); o un tomatito relleno de chipirón con risotto de sepia, crema de idiazábal y cebollino; o un pavo asado glaseado con maracuyá sobre lecho de berza y panceta; o la carrillera de cerdo del menú anterior.

Como postres, para escoger entre un flan de naranja y flor de azahar con queso helado, o un plum-cake de pera y vainilla con helado de chocolate, o un pastel de arroz cremoso de canela con helado, o el bizcocho del otro menú.

Ambos menús incluyen agua, copa de vino y pan artesano. Les recomiendo reservar por Internet o llamando al museo; si no, es imposible entrar: es pequeño y muy solicitado (si no, pregúntennos!).

Para picar mientras esperan pueden ordenar unas tapas de queso de cabra, una pulga de bonito, tortilla de papas con cebolla, un burrito de bacalao y un sánguche llamado el Trifásico (si tienen curiosidad de saber cómo es, me escriben). De tomar: Rueda bien frío.

Terminada la visita y con paseo de rigor por la ciudad (muy bonita y elegante), partimos rumbo a Santander, donde habíamos reservado el Hotel Real.

Un impresionante edificio estilo “palace” construido en 1917, situado sobre una colina que domina la bahía de Santander y rodeado de su propio parque. En la mejor y más tranquila zona residencial de la ciudad, entre el centro y El Sardinero. A escasos minutos de las playas y del Casino, cerca del Palacio de La Magdalena y de los Palacios de Festivales, Congresos y Exposiciones.

Totalmente renovado, cuenta con 123 habitaciones amplias y luminosas, todas ellas exteriores y dotadas de aire acondicionado, teléfono directo con extensión en el cuarto de baño, minibar, caja fuerte, hilo musical, TV con canales internacionales, servicio a la habitación 24 horas con albornoz y secador de pelo...

Que tal hotel!!! De precio normal para la categoría: US$300.00 la noche, incluye el desayuno. Previo descanso y reparadora siesta, nos fuimos de tapeo al casco viejo donde yo tenía varios datos. Para comenzar, recalamos donde las Hijas de Florencio, dirección 23 Paseo de Pereda, donde dimos cuenta de unas tostas de anchoas con pimientos, otras iguales pero de bonito, unas rabas fritas a la romana y una butifarra blanca (morcilla). Seguimos camino a otro dato que teníamos de nombre Catavinos, o el paraíso del foie, donde pedimos una tosta de solomillo con foie, unos huevos trufados con setas perrechico y un bacalao con aceite VE, más copas de vinos. La cuenta no pasó los €35 por los cuatro. Este sitio altamente recomendable queda en Marcelino Sanz de Sautuola 4. Como estábamos satisfechos, nos dirigimos solo a curiosear el tercer recomendado de la noche, de apellido Casa Ajero, con partida de nacimiento en esquina de calle Daoiz y Velarde. Allí nos arrimamos unos digestivos para hacer, como su nombre indica, digestión. Para culminar el periplo con el cuarto elegido (de casualidad), de nombre DESUR, con partida de nacimiento en Hernán Cortez 47 www.diasdesur.es , que resultó una experiencia increíble que les contaré a continuación.

Para comenzar, el sitio es de mucha onda: una mezcla, de bar con DJ, barra de tapas y restaurante, todo a la vez: un nuevo concepto que trataré de describir de la siguiente manera:

Es un proyecto hecho realidad con un concepto innovador: servir la ternera ecológica de Cantabria, para lo cual se juntaron con nueve ganaderos que creyeron en ellos. Es una cocina con mimo, con sentido ecológico y con alma de comercio justo, donde los entrecotes y churrascos parecen mantequilla, las hamburguesas increíblemente jugosas y los guisos tan melosos que de repente te paras, reflexionas y te das cuenta que sin este proyecto hecho realidad de la ternera ecológica todo hubiera sido mucho más soso y aburrido. Ahora, en este lugar todo es más interesante, entretenido y divertido. Lo mismo han hecho con el pescado: han reivindicado el de la lonja de Santander, buscando los sabores de cuando uno era pequeño, con pescados como el jargo saltarín, meros de desfile de modelos, lubinas de las guapas, sardas llenas de omega 3, bonitos bonitos de verdad, rapes de tripa negra que asustan, merluzas de las de antes, calamares a los que solo les falta la cebolla, rabas de pota casi crujientes, machotes que te impresionan y salmonetes de roca con sabor a mar.

Comencé por la Macfoie con cebolla caramelizada (perteneciente a una nueva colección de invierno de hamburguesas ecológicas), que acompaña a otra de nombre Makibérica. Te las sirven en tamaño normal o en mini para tapear, acompañadas de papas peladas a mano y fritas en aceite de oliva. También hay otras de nombres muy divertidos, como la pasiega y viajera (en pan de leña, queso Divirin - que es un queso ganador del premio mundial en Londres - setas, cebolla confitada, tocino crujiente y mayonesa con mostaza Colman), la de Ampuero (con aires sicilianos), la Lebaniega (queso de cabra, manzanas, pasas, piñones, arúgula, mermelada de arándanos), la Francesa, la Italiana, la Suiza y la Inglesa (que sorprende con cheddar de naranja, canónigos y aros de cebolla). Quiero resaltar que este sitio no es una hamburguesería, por si acaso lo estén pensando. Esto que les he relatado es una parte de su extensa propuesta, Que les voy a resumir.

Del Norte: anchoas, croquetas, huevos estrellados con foie, mejillones, quesos.

Del Sur: huevos estrellados con jamón ibérico, verduras diversas, rabas, patatas bravas, tortillas y el famoso salmorejo cordobés.

Del Este: samosas, rollitos, gyozas japonesas, pankos, pinchitos Marrakech.

Del Oeste: quesadillas, papas pasiegas, ensaladas diversas, pastas sabrosas como el pad thai, cous-cous de cordero, salteados indios-malayos de langostinos y rape, o unos noodles Singapur y Kok Leong: un clásico de esos lares.

Nosotros, entre algunos de los discretos platos descritos, pedimos mejillones con crema picantosa, un rape negro en tranchas, tiras de ternera ecológica estilo puerto chico (que estaban de buenas!), mucho vino y muchos orujos que nos cayeron muy bien.

Acá nos pasó algo muy curioso: llamamos al mozo para que nos informara sobre si un plato llevaba semillas de cardamomo en su preparación, a lo que se acercó el dueño preocupado por una posible alergia, la cual le descartamos inmediatamente para pasar a una agradable conversación y, en medio de la misma, darnos cuenta que ambos pertenecíamos a la misma escuela en Suiza (en diferentes años). En resumen, ambos ex-alumnos, lo que cambió el escenario de amistad: la pasamos todos genial, con cuenta convidada incluida! Y para mejor final, la chica que atendía nuestra mesa resultó ser peruana!

Nos retiramos bien entrada la madrugada con una cita en otro de sus restaurantes (son los más grandes de la ciudad, en locales) para almorzar una chuleta de buey de carreta, que es algo muy raro de conseguir y que Michelle y el que escribe hemos tenido la increíble suerte de probar hace más de diez años en la casa de Ignacio Oyarbide, uno de los grandes de la época de Madrid.

Buenos lugares que les recomiendo de Santander: La Mulata, en la calle de Tetuán; El Serbal, de cocina de autor; El Nuevo Molino, a 15km de la ciudad; La Bombi, en Casimiro Sáenz 15; La Posada del Mar, en Casteluz 19; y El Puerto, en el Arco del Banco Santander, donde almorzamos y nos pegaron un palazo como buenos turistas, ya que dejamos en mano de los mozos el jantar y nos quebraron con porciones de anchoas a €70, con una cigala que nos costó €90, nécoras, croquetas en demasía, salpicones de bogavantes (langostas), barbadas al pil pil, chuletón de buey para el oso como siempre y menestras de verduras, todo regado de verdejo, café y orujos... El monto ¿? No lo voy a decir...

Con este almuerzo y posterior paseo bien prolongado por el casco viejo, las señoras descubrieron el Izaguirre (que es vermut con cáscara de limón y naranja, mucho hielo y amaretto, perfumado con dash final de bitter).

Bueno, después de este periplo nos fuimos a dormir porque al día siguiente partíamos hacia León, a 330 kilómetros de distancia, donde nos aguardaba una nueva aventura que compartir.

Buen Apetito!!!

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